jueves, 11 de junio de 2015

Reverberaciones

Decía Lichtenberg que hay que tratar de ver en cada cosa lo que no se ha visto todavía, lo que no se ha pensado nunca. Escribir es algo muy simple y, al mismo tiempo, una tarea muy compleja y personal que consiste en amoldar minuciosamente cada palabra a las necesidades de la narración para crear un mensaje que tenga el peso justo y las dimensiones apropiadas. En ese objetivo sucinto, descrito por el maestro aforista alemán, se encaminan, como sus anteriores cuentos, los últimos relatos publicados por el escritor Ángel Olgoso (Cúllar Vega, Granada, 1961).

En Breviario negro (Menoscuarto, 2015), el narrador granadino retorna a lo asombroso e inquietante, un terreno tan propio de su universo literario, que deambula entre el microrrelato y el relato corto, para contarnos historias fantásticas en ese formato que domina magistralmente. Olgoso se maneja con bastante soltura y precisión cuando recurre a este minimalismo barroco por el que camina a sus anchas. Sabe que en lo fantástico todo se puede evocar, ya que su territorio parece el más vasto, pues incluye lo aparentemente real, su reflejo, lo probable, lo imaginado, lo soñado e incluso la urdimbre de sorprendentes vidas paralelas. Podemos decir que las cuarenta y una piezas reunidas en esta obra son una rotunda afirmación de los sueños y de la imaginación, un conjunto de cuentos adscritos al género fantástico en el que hay ejemplos de todas sus modalidades: van desde el cuento gótico, el relato fantástico romántico, el surrealista, el metaliterario, hasta el terror cósmico y ominoso. Además, en esta nueva entrega se reproducen y desarrollan al máximo las características esenciales de su narrativa: la condensación y la exactitud del texto narrativo, una fantasía onírica próxima a la alucinación, el lirismo reinante en su prosa y el factor sorpresa de sus desenlaces.

Ángel Olgoso es un escritor que se encuentra cómodo con lo extraño y que no le gusta el camino fácil para reinterpretar la realidad, sino que prefiere suplantarla por lo asombroso e inquietante. Breviario negro renueva la extraordinaria riqueza imaginativa de su autor en historias de particular intensidad y belleza expresiva, donde lo insólito, esa frontera que separa el mundo del trasmundo, no deja indiferente al lector, y consigue, con plenitud, la resonancia sombría, según destaca José María Merino en su brillante prólogo del libro. Hay en estos relatos, además de ese horror confitado y fúnebre, una reverberación misteriosa al fondo, una especie de rescoldo de esperanza en superar las desventuras de este mundo, a la vez maravilloso y detestable. En Cartografía, por ejemplo, la protagonista es una metáfora geográfica de la vida; sin embargo, en La técnica de soñar monstruos, estos seres proponen vivir la pesadilla para no sentirse solos; en La muerte desordena, un microrrelato de infancia, se advierte que aunque se selle una promesa, el destino no la tendrá en cuenta; en Carta al hijo, un guiño y homenaje a su admirado Kafka, en el que Olgoso pone voz a un padre aquejado de desamparo filial; en Novedades en el cortejo, estará presente la Semana Santa con un rito expiatorio ejemplar y en Últimas voluntades, uno de los relatos más extensos del libro, aparecerá el vizconde de Chateaubriand, todo un testimonio de supervivencia ante la adversidad y lo imprevisto del devenir.

En la mayoría de los cuentos reunidos en Breviario negro hay una sensación de que los personajes que deambulan por el texto están presos en el tiempo, como insectos fosilizados en ámbar, y todos aspiran a escapar por un instante del mundo real. Aun así, los relatos de Ángel Olgoso parten de una obsesiva búsqueda de lo excepcional e inusitado, de la extravagancia, para trastocar la anodina realidad y, de paso, atormentar el alma del lector mediante sus temas recurrentes: el espacio, el tiempo, el horror y lo sorpresivo.


En suma, Breviario negro es un libro sorpredente de relatos fantásticos, donde lo monstruoso y lo mágico se conjugan adobado con una prosa pulida y esmerada, con una trama capaz de generar dudas e inquietudes al lector más exigente, en un mundo insólito por donde transitan historias inquietantes a base de intensidad, concentración y belleza.

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