sábado, 1 de junio de 2013

Las identidades y lo extraño


Hacía más de una década que no leía algo de Felipe Benítez Reyes, (Rota, 1960), y en estos últimos días me he sumergido en sus dos últimas propuestas literarias en las que el poeta y narrador andaluz se mueve como pez en el agua: el poema y el cuento.

Las identidades, editado en la Colección Visor de Poesía, es un poemario escrito entre 2006 y finales del 2012. La escritura poética de Benítez Reyes se podría encajar entre el homenaje, la parodia, el rigor y, por supuesto, la ironía. Estos distintos tonos forman el compendio de los rasgos que caracterizan la poesía del escritor roteño. Pero aquí, también, el poeta no ha podido dejar de mirarse en el espejo de la realidad cotidiana y ofrece su testimonio político de los convulsos acontecimientos de la actualidad: el precio de un soldado en la guerra, el ansia oscura del dinero, las pateras huidizas hundidas en la playa... Además de esta realidad amarga, el autor de Vidas improbables se pregunta a sí mismo, a modo de introspección, e incluso no se fía de la voz que le da las respuestas a sus preguntas al otro lado. El propio escritor, en una entrevista, dice que “para desconsuelo de quienes escribimos, las palabras sólo aciertan a tantear los grandes misterios, los sucesos decisivos y esenciales de cualquier existencia”.

Al leer y releer estos poemas, agrupados en tres episodios, he llegado a la conclusión de la necesidad de la poesía en estos tiempos, como piedra angular de lo que en más de una ocasión he oído afirmar a Luis García Montero, poeta y amigo de Benítez Reyes: “La poesía es un ajuste de cuentas con la realidad”. En la primera parte, el poeta nos sitúa en una serie de poemas repletos de dudas y de preguntas. En el segundo bloque, los versos parten de viajes y se expanden en postales y lugares que determinan espacios vertiginosos donde el autor se recrea. El poema de Lectura de Lisboa es un homenaje extraordinario y hermoso a Pessoa y una oda triunfal a esta ciudad repleta de símbolos y en Postal del Báltico nos acerca a la metáfora de la vida, como la navegación al secreto insondable de la razón. En la parte final, Entre sombras y bosquejos, Benítez Reyes se vuelve más reflexivo e intimista y nos habla de la enfermedad y la muerte, de las hogueras interiores, de la infancia, del circo, del miedo y los ecos del tiempo hasta llegar al final:


Todo va por el aire.
(¿Y todo es suyo?)
Del mundo ha de quedarte tan solo una leyenda.
Del tiempo, el eco anómalo
de unos pasos en fuga.
(Tu paso entre la fuga de las cosas,
las cosas en la fuga de sí misma.)
Todo va por el aire,
se posa en ti,
vuelve al aire.
¿Quién dice permanencia?
Tú roza el espejismo y sigue huyendo.


Felipe Benítez Reyes siempre ha desbordado emoción y talento en su producción poética, y en este hermoso libro da buena prueba de ello.


La segunda propuesta que traigo del escritor de la bahía de Cádiz es el libro Cada cual y lo extraño, recientemente publicado en la editorial Destino. En esta colección de doce historias, a modo de almanaque, Benítez Reyes despliega su oficio de narrador de cuentos con eficacia y con el recurso del humor como clara seña de identidad de su escritura. En unas declaraciones de hace unos días en el periódico ABC, el escritor admite que la explicación de escribir un cuento por cada mes del año se debe a que “quería darle un tipo de estructura, porque los libros de relatos tienden a diluirse, porque no tienen estructura interna, así que al final hice una especie de almanaque”. Una de las peculiaridades de estas historias es que todas ellas están contadas en primera persona, como hechos significativos que le suceden a cada uno de los narradores y, también, el tono narrativo es muy distinto, según el tipo de narrador que la cuente.

El libro se inicia con el relato de El mago y los ojos, que aborda de una manera irónica y autobiográfica la temática de los reyes magos, un asunto muy propio de nuestra infancia, lleno de incertidumbres y decepciones. Y así continúa el escritor como si nos condujera por un calendario vital: enero y los falsos reyes magos, febrero y las rebajas, marzo y los carnavales, mayo y los exámenes, junio y la noche de San Juan o noviembre y el Tenorio del geriátrico. Historias muy diversas en formato y escenario, pero con un clima en común a pesar de sus diferencias.

Bajo esta estructura de ciclo anual desfilan toda una panoplia de escenas familiares, viajes estivales, recuerdos infantiles, parejas rotas, noviazgos incipientes, un cuento también de la mili o la representación teatral en un asilo. La convivencia humana y sus entrañables personajes están presentes en este delicioso y sorprendente libro que constata la brillantez y perspicacia de este poeta y narrador.



A veces ocurre que las coincidencias editoriales sorprenden incluso al mismo autor y estos azares redundan en provecho del lector cuando lo publicado casi al mismo tiempo, como es el caso de Las identidades y Cada cual y lo extraño, son dos bocados literarios agradables al paladar y llenos de vitaminas que agradece nuestro cuerpo cuando se trata de buena literatura. Brindo por ello. Y a los que se dejen persuadir, ¡bon appétiv!

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