sábado, 9 de noviembre de 2013

Relámpagos en la oscuridad


Para Edmundo de Ory los aforismos eran aerólitos, para Carlos Castilla del Pino, aflorismos, para Carlos Marzal, estas frases breves y discontinuas son puros electrones y para Ramón Eder, relámpagos fulgurantes. En todas las épocas han surgido escritores de aforismos, apegados a analizar críticamente el mundo que les rodea. Quizás hoy en día, los escritores amantes de este género, como Ramón Eder (Lumbier, 1952) dan un giro a esa tradición iniciada por los moralistas franceses, tan llena de solemnidad y grandilocuencia, y se centra más en acentuar la ironía y la mordacidad. La editorial Cuadernos del Vigía publica la última incursión del escritor navarro en este apasionante mundo de los aforismos. Relámpagos viene a constatar que, cuando los aforismos son buenos, cristalizan en filosofía, en frases felices que invitan a reflexionar y, muchas veces, sorprenden por la metafísica que contienen.

Ramón Eder, felizmente para sus lectores, continúa en esa senda del aforismo. No pasaron desapercibidos sus anteriores libros; La vida ondulante y El cuaderno francés que lo encumbraron al parnaso de los mejores escritores de este género, que sigue tan vivo como antes. Eder se siente como Pedro por su casa en este terreno tan conciso y a su vez tan lapidario. No hay mayor receta aforística para el conspicuo y socarrón autor de Relámpagos que el significado intrínseco que precisa el aforismo: es cinismo superior, es una paradoja inquietante, es alegría instantánea, es ética sutil...

Algunos destellos de Relámpagos que demuestran que, cuando el aforista da en la diana, se produce el milagro en el lector:

Los errores no se suelen pagar cuando se cometen sino cuando ya nos habíamos olvidado de que los habíamos cometido.

Los éxitos en la vida siempre dejan secuelas.

No es lo mismo ser un escritor excelente que un excelente escritor.

En las discusiones idiotas gana el que pierde.

En sueños nadie es monógamo.

Una de dos: o me pides perdón o te lo pido.

Ya solo se querían en posición horizontal.

Se escribe para llevar doble vida que es una manera de vivir el doble.

Es maravilloso que lo que más me gusta de ti, además, lo tengas por duplicado.

Leer ciertos libros mejora nuestra biografía.

En internet está todo, excepto lo importante.

Un día de perros, gracias a la chimenea, se puede convertir en un día de gatos.


Ramón Eder reúne 286 relámpagos (si no me he equivocado en la suma) en una antología donde no faltan los grandes temas literarios que le gustan tanto al navarro: el amor, el paso del tiempo, la lectura, los paraísos perdidos, el sentido de la vida, etc., y lo hace ufano, sin prepotencia, pero con la agudeza necesaria para que deslumbren. Eder sabe de la repercusión de este género y nos alerta con sarcasmo de que: en los libros de aforismos, entre aforismo y aforismo, tiene que haber un buen espacio para que corra el aire.

Relámpagos es otro feliz capítulo dentro de la obra aforística de uno de los más grandes de este género de las letras actuales españolas.

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