martes, 13 de enero de 2015

Misterios de la vida


No me cabe la menor duda que el periodismo de Juan Villoro (Ciudad de Méxivo, 1956) está trenzado bajo el manto de la novela, del cuento y del relato, no solo para extraer la condición subjetiva del narrador, sino también para relatar en el formato de la crónica periodística los misterios de la vida, esos sucesos cotidianos que nos dejan mayormente perplejos. Quizás por eso, esta manera de ejercer el periodismo narrativo, poniendo los recursos de la ficción al servicio de la historia, haya dado en el continente americano una nómina extensa de esa clase de escritores como García Márquez, Rodolfo Walsh, Jorge Ibargüengoitia, Martín Caparrós o Leila Guerriero que ponen en su pluma la magia literaria de contar un hecho extravagante como si se tratara de un suceso único. Si uno es periodista narrativo, como Villoro, no busca acomodar los hechos según convenga, ni añade piezas al reportaje para que el suceso sea efectista; el escritor cronista se empeña solo en persuadir al lector por medio de la gente real, sin inventar nombres, en un contexto verídico, sin engaño.

¿Hay vida en la Tierra? (Anagrama, 2014) es una recopilación de cien relatos que resume los casi veinte años de reportajes periodísticos y crónicas del día a día que el mexicano fue publicando en distintos diarios y revistas. Villoro no pretende inventar, ni alejarse de la realidad, ni mucho menos contar cuentos, sino abordar los asuntos que pasan en la vida, como ese rumor de fondo en el que la experiencia de acometer la existencia cotidiana desvela suficientes hechos menudos que se convierten en extraordinarios cuando se trasladan a la columna periodística. Conforme te adentras en las piezas, hay una especie de conjetura que transita por cada fragmento e invita al lector a percatarse de que lo que propone Villoro es no fijarse tanto en la historia narrada, sino en los vientos que la empujan, porque para analizar una época hay que examinar e indagar cómo se relaciona la gente en su vida cotidiana, cómo esas circunstancias mínimas y fugaces las determinan.

Algo tuvo que ocurrir en la vida de un hombre que quiso ser médico y acabó terminando sociología, para quedar atrapado en la literatura. El suceso definitivo, que no accidente, ocurrió cuando el mexicano asistió a un taller literario dirigido por el maestro Augusto Monterroso. Aquí se inició la otra vida de Villoro, una tarea ininterrumpida hasta la fecha dedicada a las letras. En 2004 obtuvo el Premio Herralde de Novela por su obra El testigo.

¿Hay vida en la Tierra? Es un libro fragmentario con un título cargado de ironía, un texto con un centenar de realidades contadas bajo la mirada atenta de un cronista que indaga en los hechos cotidianos, en su doble condición de periodista y escritor. Se cuentan historias extraídas de la vida real y costumbres de México y su Distrito Federal, un escenario inabarcable y desbordante, hervidero de acontecimientos extraños y personajes estrafalarios de todo tipo, sea un taxista extraviado, un peluquero aprehensivo o una bella escritora albanesa.

Con este libro, que fluye como el río de la vida, con sus malentendidos y sorpresas, Juan Villoro sigue la estela de Ibargüengoitia en el que se reconoce como periodista de lo insólito, maestro de la pericia del reportaje y la crónica, para mostrarnos el presente inagotable que se repite con sus misterios. La sensación que deja la lectura de estas historias y anécdotas, sobradas de humor y sarcasmo, es que la literatura se muestra como una pequeña ventanilla de quejas de nuestras propias miserias. Villoro, ciertamente, ejerce de demandante de una manera crítica para reconciliarnos con la realidad incómoda en la que todos estamos inmersos.

En suma, ¿Hay vida en la Tierra? es un texto luminoso que aglutina la vida, las amistades y las relaciones sociales, donde no faltan incomprensiones, ni sobran contradicciones, un catálogo que constata que la literatura es una terapia apropiada para sobrellevar nuestras adversidades.

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