lunes, 12 de diciembre de 2016

Levantar la voz

Decía Unamuno que “hay que vivir de modo que la muerte sea una injusticia”. El libro que traemos hoy a esta bitácora de lecturas posee ese sentimiento trágico de la vida que tanto le acuciaba al escritor bilbaíno, pero, en este caso, la ignominia y la crueldad de los sucesos que se narran en él, sobrepasan la esencia natural de esa filosofía tan unamuniana referida a la lucha por la vida. El narrador de Noviembre (Tusquets, 2016) dice al principio, y lo recalca al final, que esta historia debería empezar en 1948, cuando un cura les habló del lejano país El Salvador a unos seminaristas y les preguntó quién querría venir con él al seminario de Santa Tecla. Inmediatamente, un tal Ignacio levantó la mano.

El jesuita Ignacio Ellacuría fue un filósofo, escritor y teólogo español que se entregó en cuerpo y alma a abanderar una salida negociada al conflicto de violencia y guerra civil que atravesaba la nación centroamericana en los años ochenta del pasado siglo. El asesinato del arzobispo Óscar Romero ocurrido en 1980, mientras celebraba una misa rodeado de cientos de feligreses, supuso una conmoción nacional y la radicalización política de El Salvador. A finales del mismo año, Ellacuría sale del país deportado a España. Desde entonces, el destierro, como así lo sintió, lo aprovechó para dejar oír su voz por Europa y dar a conocer algunas obras de su gran maestro Xabier Zubiri, sin olvidarse de hablar del conflicto salvadoreño y su defensa de la Teología de la Liberación representada por el apostolado ejercido por el malogrado arzobispo Romero. Esto le granjeó la enemistad de los poderes fácticos de aquel país que le obligaron a poner tierra de por medio, amenazándolo, con insistencia, a que no levantara la voz.

La nueva novela de Jorge Galán (San Salvador, 1973), Noviembre, está inspirada en los trágicos sucesos que conmocionaron a El Salvador, a toda Latinoamérica y a medio mundo en 1989, perpetrados por un pelotón del batallón Atlácatl de las Fuerzas Armadas de El Salvador, bajo las órdenes del coronel René Emilio Ponce, que un 16 de noviembre asaltó, en la tranquilidad de la noche, las instalaciones de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA) para consumar el mandato de asesinar a sangre fría a seis jesuitas y a dos mujeres del personal al servicio de la comunidad. Entre estos, se encontraba Ellacuría, que había regresado a El Salvador tres días antes para intentar mediar en favor de la paz y la convivencia. El gobierno, inmediatamente, culpó a la guerrilla del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) del múltiple crimen.

Noviembre cuenta los pormenores y las consecuencias de aquel acto vil, por medio de un narrador sigiloso que se acerca y escucha a un amplio número de voces que llegan de diferentes posiciones, todas ellas relacionadas con los sucesos de aquella noche de aquel fatídico jueves de 1989, hasta convertir en testigo de excepción al lector, que ve y escucha conmocionado lo que antecede al momento trágico de todo aquel derramamiento de sangre.

Los protagonistas se convierten en los verdaderos narradores. Galán requiere que la voz narrativa de su novela esté en manos de una especie de mediador, para que la historia esté contada por aquellos que la vivieron y que la padecieron. La dificultad de reconstruir narrativamente aquel terrible puzzle tuvo su recompensa final con el testimonio insólito del expresidente Alfredo Cristiani, que le entregó a Galán la pieza clave, guardada bajo secreto durante mucho tiempo, veinticinco años, nada más y nada menos, que culminaría su proyecto narrativo: los nombres de los autores intelectuales de la masacre.

Lo que se cuenta aquí es, sobre todo, una historia humana, honesta y auténtica, donde el dolor y la impunidad son descomunales. Noviembre es un libro bien documentado, urdido bajo una investigación exhaustiva, con un arranque poderosísimo, pleno de intensidad y dramatismo. A este inicio se suman los testimonios de personas comprometidas con la verdad, como José Mª Tojeira, sacerdote próximo a los asesinados; Jon Sobrino, compañero de Ellacuría y otros muchos que han querido permanecer en el anonimato.

Noviembre es una estupenda novela, de gran dureza narrativa, un libro audaz y valiente que pone luz y taquígrafo a todo lo que sucedió en aquella deplorable noche, una verdad histórica que ha producido gran malestar en muchos estamentos del país salvadoreño.


Levantar la voz en pro de la verdad supone asumir el riesgo de amenazas. Jorge Galán se atrevió y pagó sus consecuencias teniendo que huir, dolorosamente, de su país. La buena literatura, ya se sabe, nunca es arbitraria, pero en benditas ocasiones, molesta mucho.

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