lunes, 5 de febrero de 2018

Viaje a Portbou

La novela no es el género de las respuestas, escribe Javier Cercas, sino el de las preguntas: escribir una novela consiste en plantearse una pregunta compleja para resolverla de la manera más compleja posible, no para contestarla, o no para contestarla de manera clara e inequívoca; consiste en sumergirse en un enigma, más que para resolverlo, para cuestionarlo.

El nuevo libro de Álex Chico (Plasencia, 1980), poeta, ensayista y crítico literario, viene a resaltar esta particular cosmovisión de la novela a la que se refiere el autor de Soldados de Salamina (2001) y, especialmente, en lo relativo a ese punto ciego en el que incide el enigma de toda historia narrada, sobre la que gira su esencia y validez.

Un final para Benjamin Walter (Candaya, 2017) parece un ensayo, también parece un libro de historia, incluso una crónica de un viaje o un diario personal, a ratos una narración introspectiva sobre la búsqueda de la verdad en torno a la muerte y a las circunstancias que rodearon los últimos días de la vida del pensador berlinés en el pueblo fronterizo de Portbou, una estación de paso en el Alto Ampurdán, por donde cruzaba gente que huía, como él, del terror nazi y gente que escapaba, en sentido contrario, de la persecución franquista.

Portbou y Walter Benjamin se entrecruzan a través de una trama en la que el escritor extremeño se implica con el personaje y el pueblo. Portbou, dice Álex Chico, era tan solo “un escenario colateral de la trama que había detrás de una muerte”. Sin embargo, un poco más adelante y, también, al final del libro confiesa lo siguiente: “Fui en busca de un escritor y me acabé encontrando un pueblo. Más aún: acudí al pasado sin saber que solo me estaba desplazando hacia el presente”. Es sobre esta reflexión donde el lector encuentra la clave de esta obra. Aquella decisión tomada hace unos años de emprender un viaje a Portbou para contrastar algunos datos sobre la muerte de Benjamin se transformó, por tanto, en una indagación sobre el propio territorio, un azar sobrevenido: de la idea de ir a Portbou para encontrar a Walter Benjamin, a la realidad de llegar a Walter Benjamin, para encontrar a Portbou.

La verdad literaria de esta novela de ensayo ficción, como la denomina su propio autor, no está en las respuestas al mito que transita por sus páginas, sino en la propia búsqueda de una respuesta dentro de la indagación que propone el texto. Esta novela no persigue proponer certezas, ni dar respuestas convincentes, sino transmitir dudas, preguntas, complejidades que nos pongan en guardia sobre lo mucho o lo poco que sabemos de lo que se cuenta en el texto acerca de la muerte de Benjamin. El libro de Álex Chico conmina a ello, a que nos pique la curiosidad, también nos sugiere que una realidad puede convertirse en otra, según la experiencia de quien la maneja, y nos alerta sobre la fragilidad del conocimiento de las cosas y sus equívocos.

La imagen verdadera del pasado, en palabras del propio W. B., es una imagen que amenaza con desaparecer con todo presente que no se reconozca aludido en ella. Un final para Benjamin Walter, un título en el que el autor intercambia el nombre con el apellido, hace alusión al dislate del funcionario franquista que anota en el libro de registro la entrada por el paso fronterizo del Sr. Walter, un matiz que le sirvió de salvoconducto y no ser detenido, al ocultar su verdadero apellido judío.

En el fondo de este memorial narrativo por donde transcurren voces y presencias de artistas diversos como el escritor Sebald, el pensador Adorno, el poeta Zurita, el escultor Karavan, el fotógrafo García-Alix o la pintora Silvia Monferrer, entre muchos otros, hay un propósito de rescatar un escenario inerme del presente, revisitarlo y articular una historia vívida sobre la memoria de su pasado. Portbou significa el tiempo dilatado, denso, simbólico, velado de historia pretérita y vacío de presente.

Álex Chico yuxtapone, por tanto, ideas y citas rescatadas al relato de su libro, y al tiempo indaga por las calles deshabitadas de Portbou, confrontando esa realidad con lo sabido y contado por otros. En esos ecos del tiempo, curtido de preguntas y dudas, el texto encontrará acomodo y sentido. Entonces todo encaja, se apura al concluirlo: “Descubres que detrás de ese viaje, detrás de Portbou y de Walter Benjamin, detrás de los objetos esparcidos sobre tu mesa..., buscabas la ocasión para dar forma al diario que querías escribir..., como si tu vida anterior no hubiera sido más que una larga y paciente espera”.

En suma, en Un final para Benjamin Walter se aúna la cartografía de la memoria de un hombre que dejó una obra luminosa y una vida llena de preguntas y puntos suspensivos, con la de un pueblo casi extinguido y con el sentir de un narrador adherido a ambos, un relato íntimo y persuasivo en el que al autor le es imposible desaparecer de la escena, pero que, a su vez, comparte diálogo con quienes le acompañan en su escritura.

Álex Chico firma una obra ambiciosa, inteligente y reflexiva sobre la supervivencia y la memoria, dos ideas fecundas para conjugar el presente y el pasado de un trayecto vital, un libro que cautiva por su verdad y buena literatura.


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